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Antropólogo, pero estudiante de vocación. Tratando de pensar, con resultados modestos

martes, 13 de octubre de 2009

La amenaza de la (in)cultura.

“Los Castellanos del Perú”, título de un documental que aborda el tema de la diversidad de la lengua castellana y las formas de discriminación que el uso de un castellano “estándar” genera en nuestro país es una ventana que nos permite explorar las estrategias que esgrime el racismo como forma de representación de nuestra realidad social. En este sentido el racismo, en tanto una representación global de la realidad, será una instancia transversal de nuestra vida diaria; a su vez, esta construcción puede ser contradictoria a la propia realidad que busca representar; esto puede verse claramente en el Perú que, siendo mayoritariamente mestizo (en el sentido biológico), sobreviven regímenes de exclusión y racismo exacerbados. Así pues, en lugar de disminuir los discursos racistas en nuestras prácticas culturales frente a la evidencia racial de nuestras similitudes, estos han adquirido matices mucho más complejos que buscan prolongar las diferencias y la discriminación. Virginia Zavala y Roberto Zariquiey (2007), en un estudio sobre las formas culturales bajo las cuales el racismo se ha invisibilizado en nuestra vida cotidiana, enfatizan que si bien se esgrime un discurso “educativo” sobre las diferencias y las jerarquías sociales (legitimando así la igualdad de condiciones inicial de todos los peruanos y señalando a la pobre educación de las masas como la causante de las desigualdades sociales), subrepticiamente se define una identidad de lo que es el “Otro” con rasgos raciales y culturales a priori. Esto guarda una estrecha relación –enfatizan los autores– con una categoría externa –señalada por las élites– a la idea de lo nacional y en la cual ellas se verían incluidas; en este sentido, el “nosotros” de las clases altas se encuentran en un espacio ahistórico en tanto que mantiene una lejanía con los procesos sociales ocurridos en el ámbito nacional, y a su vez esta lejanía dota de un aura de “pureza” a dichos sectores sociales. Más aún, este carácter de lo ahistórico no es una premisa intangible: la identidad de las élites siempre se encuentra bajo amenaza; corren desde siempre el peligro de ver manchada su pulcritud cultural en manos de las hordas provenientes desde el este. En suma, las clases altas necesitan colocar la amenaza en el centro de la cuestión (y que sería la respuesta a todos los problemas nacionales, que, paradójicamente, pertenecen a algo “externo” a ellos; o que, al resolverse, recién la idea de lo nacional podría codificarse como un “nosotros”) para afirmar su identidad cultural.

Un lugar clave para describir dicho proceso de pureza/amenaza se encuentra en el uso (correcto) de la lengua. En el documental citado al inicio del presente texto se afirma que la lengua, más que una instancia fija y pura, es un flujo constante de modas que pautan los usos; la lengua sería un espacio de confluencia en el cual se sintetizan y se reproducen –a través de la misma función comunicativa de la lengua– distintas vertientes culturales orales. Sin embargo, la presencia de un castellano “estándar” o de “buen uso” es una constante en nuestra cotidianeidad y que ve en la escuela el vehículo idóneo de su (re)producción. En este sentido, la lengua castellana siempre se encuentra amenazada por aquellas vertientes contaminantes que alteran el uso “correcto”. Más aún, evaluar el racismo en la lengua implica cruzar espacios sociales en tanto este es un todo articulado y cuyo análisis atomizado sería en suma incompleto. Así, no todas las vertientes orales son vistas como contaminantes: entrarían aquí a esclarecer la cuestión categorías raciales y estereotípicas determinantes; se señala como “contaminante” a las lenguas indígenas (sean estas el quechua, el aymara o las lenguas amazónicas), sin embargo, la adopción de vocablos de lenguas extranjeras son aceptadas como aportes que “enriquecerían” el castellano. En suma, la presencia de políticas públicas en la cual se legitime los modos culturales de expresión sería un avance de suma importancia para un cambio de mentalidades que vaya más acorde con nuestra realidad mestiza (biológica) actual.

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